Con los termómetros echando humo, el cuerpo aumenta sus grados de temperatura y expulsa agua a través del sudor. Para compensar la pérdida, la doctora Ana Bellón, experta en nutrición, nos recomienda beber, aunque no tengamos sed, puesto que la deshidratación puede suponer, en según que situaciones y casos, la muerte.
Sin llegar a casos extremos, necesitamos hidratarnos y la directora del Centro Médico Bellón (www.centromedicobellon.com) nos recuerda 10 datos que debemos tener muy presentes este verano:
1. La cantidad de líquido diario, recomendada por la Agencia Europea de Seguridad Alimentaria (AESAN) son entre dos y tres litros al día.
2. El agua no engorda. Cumple sus funciones orgánicas; participa en los procesos fisiológicos de la digestión, absorción y eliminación de desechos. Pero este trabajo diario no implica almacenaje. Se elimina por el sudor, la orina y otros desechos.
3. Es bueno tomar agua al levantarnos, puesto que contribuye a aliviar el estreñimiento. No se recomienda, por otro lado, beber mucho antes de dormir, para evitar tener que levantarnos varias veces al baño, sobre todo las personas mayores. Antes de las comidas, sacia. Durante las mismas, ocurre igual. Si no quieres adelgazar, un vaso y medio con ambos platos estará bien.
4. No existe una ingestión máxima tolerable. Depende de cada persona y sus circunstancias: peso, estatura y actividad, sobre todo. Los deportistas necesitarán mucha más. Pero, cuidado con pasar de los cuatro o cinco litros. Podemos perjudicar la función renal.
5. Bebés, deportistas y ancianos están exentos de la norma general en cuanto a los líquidos. Los niños porque no suelen identificar al principio la sensación de sed con la necesidad de agua y debe ser el adulto el encargado de vigilar la ingesta. Los deportistas por lo arriba citado y los mayores porque a partir de los 60 disminuye la sensación de sed, aunque no la obligación de mantenerse hidratado.
6. El líquido también se obtiene a través de los alimentos, en especial de las frutas y verduras. La sandía y la pera son frutas con mucha agua y el apio es una de las verduras más hidratantes.
7. El agua presente en el cuerpo supone entre el 55 y el 60% del peso corporal. Cuando nacemos la proporción es del 75% y en la edad adulta se acerca más al 60%. Como el cuerpo no almacena esa agua, las pérdidas de la misma deben ser restituidas.
8. La sed puede aparecer con sólo una pérdida del 2% de peso líquido corporal. Cesa muy rápido, casi inmediatamente, al beber. Cuando está en el estómago, incluso, antes, en la lengua, manda una señal de rehidratación al cerebro, anticipándose a su dilución en la sangre.
9. Cuatro factores modifican la necesidad de líquidos: La edad, a más edad, más cantidad se debe beber. La temperatura, a mayor ascenso de los termómetros, más ingesta de líquido se requiere. La función renal, si ésta está alterada habrá que tener especial cuidado con la cantidad a beber. Y, por último, el consumo de ciertos fármacos que modifican y aumentan la necesidad de líquido.
10. El agua total ingerida como tal supone un 28%, idéntica cantidad procede de los alimentos y el 44% de otras bebidas. Ana Bellón recomienda evitar el abuso de refrescos azucarados, por su aporte calórico y su contribución a los datos de obesidad, sobre todo infantil. Las bebidas isotónicas, con precaución, por el mismo motivo y también por ser estimulantes.