Con el invierno y los bajos termómetros se acrecientan las dolencias músculo-esqueléticas. Las personas
que padecen enfermedades como osteoporosis, fibriomialgia o migrañas viven esta época del año con especial cuidado para evitar el dolor que producen las heladas y los cambios de temperatura.
De la misma manera, el frío afecta en extremo a quienes sufren habitualmente de la espalda, que ven incrementarse la tensión, la rigidez y tienen más contracturas, pinzamientos y dorsalgias.
Año tras año aumentan las consultas por estos motivos. Para el quiropráctico Ata Pouramini la situación, tal como prevén las autoridades sanitarias mundiales, no mejorará si no se toman medidas preventivas de la salud de la espalda. Es decir, el experto explica que no consiste en abrigarse más, ni en tomar analgésicos o aplicarse frío o calor ante una molestia insoportable. Consiste, aclara, en tomar conciencia de que nuestro bienestar es un trabajo diario, y , por lo que respecta a la espalda, exige un cuidado y un mantenimiento, que basa en estos siete pilares:
1. Flexibilidad: Se consigue con el movimiento y el ejercicio moderado. El yoga tradicional, el pilates y la clásica gimnasia sueca son más que suficientes para que el cuerpo en general mantenga un estado flexible. Esto significa que se puede mover sin romperse, como el bambú. Otro ejemplo serían los niños, de quienes siempre decimos que “son de goma”. No, no son de goma, son flexibles.
2. Fuerza: Un requisito imprescindible para nuestra vida cotidiana: para cargar unas bolsas, para llevar a un niño en brazos, para conducir. Sin ella, estamos expuestos , en edades más avanzadas, a problemas serios de roturas y a más dificultades a la hora de enfrentarnos a enfermedades como la osteoporosis. También se entrena. Se puede hacer de manera controlada, explica el experto, incluso en casa, con ejercicios para fortalecer extremidades y glúteos, que soportan todo el peso de la espalda.
3. Movilidad: El cuerpo humano está diseñado para el movimiento, está articulado. Sin embargo, las nuevas fórmulas de vida, cada vez más enfocadas al sedentarismo perjudican nuestra salud en general y la de la espalda en particular. El autor de Escuela de la Espalda recomienda sustituir toda la actividad realizada con ayuda mecánica por aquella que se pueda hacer de forma natural: trasladarse a pie o en bicicleta, subir escaleras o realizar tareas domésticas.
4. Postura: La postura crea hábitos de movimiento en la espalda. Si pensamos que la columna vertebral es el eje del cuerpo humano, cualquier hábito negativo en este sentido, como echarse hacia delante, con los hombros inclinados en demasía, o sentarse de la misma manera, nos induce a estar y a movernos así, mal, día tras día. El cuerpo tiene que funcionar en su estado original. Si lo hace en malas posturas, funcionará mal.
5. Actividad física: Veinte minutos al día del ejercicio moderado serán más que suficiente, siempre según estado físico y edad para que la espalda no sea una zona rígida que tienda a contracturarse , pinzarse o quebrarse ante la mínima agresión externa como un cambio de temperatura.
6. Integridad de la columna: Sin ella no hay nada. En este sentido, lo más importante es que tanto a la hora de realizar actividad física como en tu vida cotidiana se sea prudente. Los accidentes de automóvil y los estacionales, ligados a las zambullidas de verano y los deportes de nieve son un grave riesgo. Mucha precaución, pues pueden dejar secuelas de muy difícil recuperación.
7. Peso Corporal: El sobrepeso y la obesidad van en contra de la movilidad y , además, son peligrosos a la hora de realizar actividad física porque suponen una sobrecarga en nuestras articulaciones. Son, en definitiva, un obstáculo para cualquier cambio en positivo de la salud de la espalda.